27 Feb Estrés canino. Análisis y diagnóstico
El estrés es la respuesta de un organismo cuando una demanda o exigencia le obliga a reaccionar y adaptarse. La exigencia puede ser interna, cuando nace del interior del propio perro, o externa, cuando proviene del entorno. La preparación y activación de una respuesta fisiológica ante dicha demanda es lo que produce el estrés, y es un proceso inconsciente e involuntario, por lo que resulta de vital importancia entender que el animal no decide sentirse así y por lo tanto las emociones derivadas del propio estrés tampoco son voluntarias. Del mismo modo, cada individuo va a reaccionar de forma diferente ante una misma situación, por lo que es de vital importancia tratar de forma específica cada caso y entender, una vez más, que no tienen sentido las comparaciones.
En el artículo anterior realizamos una pequeña aproximación al estudio de la neuropsicología, por lo que somos ya conscientes de la complejidad a la hora de abordad la relación entre la conducta de un perro y su cerebro. Sistema nervioso, sistema endocrino, hormonas, neuronas, neurotransmisores… Lejos de pretender sembrar más dudas en las cabezas de nuestros lectores y clientes, el objetivo de nuestras publicaciones y nuestras clases es utilizar la evidencia científica para que nos volvamos más comprensivos y más empáticos, y por supuesto para servir de guía a la hora de aprender y de formarnos para estar a la altura de la ayuda que nuestros perros necesitan.
El estrés no siempre actúa en nuestros perros con la misma intensidad, y no siempre es negativo. Los perros, como nosotros, sienten estrés en muchísimos momentos del día a día, siendo algunas cosas estimulantes y otras aversivas. Pequeñas dosis de estrés pueden resultar placenteras. Cuando es intenso o recurrente, puede ser perjudicial.
Hay cierto consenso a la hora de clasificar los tipos de estrés. Si bien antiguamente era común clasificarlos en estrés positivo (eustrés) y estrés negativo (distrés), hoy día parece más adecuado abordar la clasificación teniendo en cuenta la permanencia del estrés en el organismo. De esta forma, clasificaremos el estrés en dos tipos:
ESTRÉS AGUDO
Consideramos el estrés agudo como la respuesta de estrés habitual, con una duración determinada. Para que lo entendamos de forma sencilla, ante una exigencia la mente prepara al resto del organismo y activa los procesos de emergencia. El corazón bombea más fuerte, la adrenalina se libera al torrente sanguíneo que, a su vez, se dirige a los músculos, preparados para huir o para luchar, etc. El cerebro se ve inundado por un sinfín de sustancias químicas, la cognición y el aprendizaje del perro se suspenden de forma temporal, y la activación emocional es muy intensa. En esta situación, la probabilidad de que se produzca un episodio agresivo aumenta considerablemente.
Una vez solucionado el problema, el organismo también dispone de herramientas para recomponerse y recuperar los niveles químicos previos a la activación del protocolo de emergencia, pero dependiendo de la intensidad del estrés sufrido y de cada individuo, este proceso durará minutos, horas o días en casos más extremos.
ESTRÉS CRÓNICO
Consideramos que el perro sufre de estrés crónico cuando el proceso de estrés permanece de forma prolongada. El estado de emergencia no cesa, se agotan recursos muy valiosos en el organismo y el perro acaba sufriendo angustia o ansiedad. La ausencia de estos recursos acaba afectando a muchos ámbitos diversos: aprendizaje, salud, descanso, sistema inmune…
Para que lo entendamos, la respuesta prolongada del organismo ante el estrés agota recursos que estaban destinados a otras funciones biológicas, con el consiguiente perjuicio físico y mental para el perro. Pensad que terminan por agotarse químicos tan importantes como la serotonina, hormona de la felicidad, o la noradrenalina, interrumpiéndose con ella la función endorfina. Las endorfinas son sustancias que elabora el cuerpo, alivian el dolor y dan sensación de bienestar. La noradrenalina también es responsable del gasto de energía, por lo que el perro puede acabar sufriendo un estado de letargia, cansancio, dolores, hipersensibilidad o depresión, entre otros.
Son muchos los síntomas clínicos del estrés. Antes de hacer mención de algunos de los más importantes cabe resaltar que muchos de ellos pueden significar otra cosa radicalmente diferente, por lo que hay que analizarlo todo en su contexto y sin volvernos paranoicos. Por supuesto, en caso de dudas, debemos consultar siempre a un buen profesional.
A continuación, voy a reproducir la lista de síntomas clínicos de estrés elaborada por el Dr. James O’Heare.
SÍNTOMAS CLÍNICOS DE ESTRÉS
- Jadeos fuertes, rápidos y tal vez profundos.
- Falta de concentración y atención.
- Almohadillas sudorosas.
- Bostezar.
- Hiperactividad.
- Mayor frecuencia en la orina y las defecaciones.
- Vómitos y diarrea.
- Estirarse.
- Sacudirse como si acabara de salir del agua.
- Confusión.
- Automutilación.
- Acicalamiento excesivo.
- Dormir demasiado.
- Trastornos cutáneos.
- Trastornos del sistema inmune.
- Sed excesiva.
- Comportamientos compulsivos.
- Hiperreactividad.
- Rigidez.
- Temblor.
- Conductas de desplazamiento.
- Comportamientos de evitación de conflictos sociales.
Como podemos apreciar, aparecen síntomas como el jadeo o el bostezo. El jadeo es un mecanismo de termorregulación, y es absolutamente normal si hace calor o si ha realizado ejercicio. Pero si el jadeo es rápido, agitado, y se forman muecas en los labios y arrugas en la cara, pueden ser un síntoma de estrés. Si el bostezo se produce antes de dormir por las noches no debemos preocuparnos, como es evidente, pero probablemente sea una señal de calma si lo emite justo después de una caricia o de interaccionar con otro perro. Hablaremos sobre comunicación canina en el siguiente artículo.
Próximamente hablaremos también sobre terapias y estrategias de reducción de estrés. Herramientas que de forma sencilla podemos aplicar en el día a día de nuestros perros para que sepáis ayudarles a eliminar todo el estrés residual posible. Pero es muy importante recalcar que estas publicaciones deben servir solo a modo de introducción, y que si cualquiera de vuestros perros sufre cualquier tipo de problema debéis recurrir a nosotros o a cualquier buen profesional para valorarlo y tratarlo de forma específica, estableciendo unas pautas que os guíen en todo el proceso.
No esperéis a que se agraven. Pretender resolver problemas complejos de comportamiento buscando ayuda en internet es un error, y todo el tiempo que esperemos para hacer las cosas correctamente será un tiempo muy valioso que habremos desaprovechado.
Del mismo modo, buscad también ayuda aunque el problema de vuestro perro no sea un inconveniente para vosotros. Cuántos perros expuestos a fuertes procesos de estrés, como aquellos con miedo a los paseos, a personas o a otros perros, por poner algunos ejemplos, nunca han recibido ayuda y no han sido comprendidos en toda su vida por ser buenos y no realizar conductas indeseadas que supusiesen un problema para sus humanos. A veces, es bueno que los problemas aparezcan para que las familias se den cuenta de que sus perros necesitan ayuda y tienen necesidades que no están siendo atendidas.
Con todo lo que hacemos queremos aportar nuestro granito de arena para que os empoderéis como tutores, para que seáis felices aprendiendo y para que descubráis nuevas formas de comprender y de relacionaros con vuestros perros.