25 May Comunicación canina I. Señales de evitación o de calma
En primer lugar, quiero pedir disculpas y justificar la tardanza en publicar esta nueva entrada del blog. Nuestro nuevo proyecto de hogar y de centro de trabajo nos ha llevado al límite físico y mental durante este último año. Y ahora que por fin vemos la luz al final del túnel, queremos recuperar este propósito educativo, retomando las publicaciones del Educablog.
En la entrada anterior, que recomiendo releer antes de continuar con este artículo, concluíamos que los problemas de comportamiento de nuestros perros eran problemas de comunicación, y adelantábamos cómo evolucionaban los comportamientos agresivos conforme fracasaban otras estrategias comunicativas más pacíficas.
Este es el primero de los tres artículos que conformarán el apartado de comunicación canina, puesto que me parece coherente estructurar en tres partes sus distintas fases. Dichas etapas son las siguientes:
- Las señales de calma o de evitación.
- Las señales de amenaza.
- La agresión.
Por lo tanto, en esta trilogía de artículos vamos a centrarnos en estas tres fases concretas de la comunicación, que persiguen una funcionalidad y una finalidad adaptativa muy claras. Ya hablaremos, en otras ocasiones, de otros temas relacionados con el lenguaje canino, como los pormenores del lenguaje corporal, los distintos tipos de ladrido, etc.
Y ahora ya sí, sin más dilación, afrontamos el objeto de estudio de esta primera entrada: la primera fase de la comunicación canina, las señales de calma o de evitación.
¿QUÉ SON LAS SEÑALES DE CALMA?
Los perros, como es natural, pretenden evitar los conflictos y los peligros, y disponen de herramientas comunicativas interespecíficas para comunicarse con el entorno, sea o no el otro sujeto un perro, y reducir así la tensión y la amenaza que estén percibiendo, sea real o imaginaria.
De esta forma, podemos decir que existe un grupo de señales que se producen cuando el perro en cuestión está sufriendo estrés y pretende remediarlo. Generalmente este estrés lo causa un estímulo o varios del entorno, aunque también puede provenir del propio individuo por alguna razón orgánica. Y conviene recordar también que el estrés no siempre es negativo, por lo que una señal de calma puede emitirse también después de una actividad placentera, puesto que cualquier acción que nos active y nos haga reaccionar nos causa algún grado de estrés.
Estas señales son muy diversas, no hacen distinción entre razas, sexo o edades, y no requieren de aprendizaje previo. El perro, por el hecho de ser perro, las utiliza. Los objetivos que persiguen son los siguientes:
- En primer lugar, el perro pretende relajarse y eliminar ese estrés del organismo.
- En segundo lugar, el perro pretende apaciguar y reducir la amenaza, cuando esta existe, calmando y apaciguando a otro individuo.
Por lo tanto, la señal de calma no solo persigue la propia relajación del individuo, eliminando el estrés que acumulaba en una situación determinada, sino que pretende un cambio en el entorno que disminuya la tensión que pueda haberse producido. Pretende prevenir el conflicto o la amenaza, reducir la tensión del momento y apaciguar a otros implicados. Son muy habituales también en el saludo entre dos perros, se conozcan previamente o no.
Son herramientas comunicativas muy potentes en su relación con otros perros, porque bien utilizadas pueden conseguir dotar de confianza y seguridad a otro perro que se siente inseguro, o disminuir la irritación de un perro que muestra conductas de agresividad.
Recordemos, como adelantábamos antes, que el estrés no siempre es negativo, y que por lo tanto las señales de calma pueden producirse tras actividades placenteras para el animal. Por ejemplo, el perro puede emitir una o varias señales de calma por el estrés que le produce el encuentro con otro perro al que tiene miedo, o al pasar por una zona con ruidos fuertes que le genera incomodidad. Pero también puede emitirla al volver a casa después del paseo, sencillamente como forma de eliminar esa pequeña tensión que el paseo en sí mismo puede producir, y ello no implica que haya sido una experiencia desagradable, sino todo lo contrario. Sucede igual, por ejemplo, después de un rato de juego, para reducir la intensidad si la excitación es muy alta o para relajarse a sí mismo tras finalizar. Es por ello que, al igual que avisábamos al hablar de las señales del estrés, tenemos que analizar las señales de calma en su contexto, sin volvernos paranoicos.
Y ahora sí, ¿cuáles son esas señales?
SEÑALES DE CALMA PRINCIPALES
- Bostezar.
- Lamerse el hocico.
- Sacudirse.
- Desviar la mirada.
- Girar la cabeza.
- Quedarse inmóvil.
- Sentarse o tumbarse.
- Tumbarse panza arriba.
- Moverse despacio.
- Ponerse de espaldas.
- Mostrarse ocupado.
- Rodear al estímulo y evitarlo.
- Hacerse pequeño.
- Etc.
Te invito a que a partir de ahora trates de prestar atención a este tipo de detalles. Si tu perro se sacude tras un baño, lógicamente se está sacudiendo el agua. Pero si lo hace al llegar a casa después del paseo, o inmediatamente después de finalizar el juego con otro perro, está emitiendo una señal de calma. Es su forma de reducir la excitación y el estrés.
Si tu perro se tumba cuando ve a otro perro y salta hacia él cuando lo tiene al alcance, es un ritual de juego. Pero si se queda inmóvil en la posición hasta que el otro perro lo huele, es probable que sea una señal de calma, una estrategia para mostrarse de la forma más inofensiva posible para evitar posibles conflictos. Quizás lo hace solo con ciertos perros, y no con todos, y es probable que aquellos con los que sí lo hace sean los que les transmiten menos confianza.
Hay una señal de calma muy curiosa, que es hacerse el ocupado. Hay perros que, ante la tensión que le produce el encuentro con otro perro, reaccionan como si acabasen de encontrar un olor muy interesante en el suelo, deteniéndose a olerlo. Es su forma de reducir la incomodidad que le produce el encuentro directo con ese otro perro. Podríamos decir que es la versión canina de nuestra estrategia de mostrarnos ocupados con el móvil cuando nos subimos a un ascensor y no nos apetece entablar conversación con el vecino.
Fíjate, cuando tu perro se relacione con otro, si alguno de los dos se relame, bosteza, desvía la mirada, gira la cabeza o muestra algunas de las otras señales que hemos mencionado con anterioridad. No se trata de dramatizar, puesto que es muy habitual que sientan pequeñas dosis de estrés en muchas situaciones del día a día, especialmente si son sensibles. Pero estas señales nos indican que el estrés está ahí, y que en ese momento el perro en cuestión está sintiendo algo de incomodidad. Si la señal es muy sutil y no vuelve a darse, podemos presuponer que ha sentido un poquito de estrés al comenzar pero que rápidamente ha cogido confianza. Si las señales no dejan de repetirse nos indican una clara incomodidad, y haríamos bien en ayudarle a salir de ahí antes de que pueda producirse un conflicto.
Y AQUÍ VIENEN LOS PROBLEMAS…
¿Qué sucede? Que las señales de calma no siempre son comprendidas y respetadas, ni por otros perros ni por nosotros, y cuando esta fase inicial y pacífica de la comunicación no funciona, el individuo va a aumentar la proyección comunicativa de forma más irritada y amenazante.
Podríamos pararnos a debatir en profundidad hasta qué punto los perros entienden las señales de calma de otros perros. Ya dijimos que todos saben utilizarlas, que son herramientas intrínsecas en ellos, pero no sucede igual cuando se trata de interpretar estas señales en otros ejemplares y mucho menos cuando se trata de respetarlas.
Podemos observar cómo los perros inseguros interpretan favorablemente las señales de calma que le emiten otros perros, o nosotros los humanos, ya que esa sensibilidad tan alta les hace estar muy pendientes de cada gesto y cada acción, para evitar lo que para ellos es una amenaza. Es muy evidente que si utilizamos señales de calma con un perro inseguro, como evitar la mirada, girar la cabeza o darles la espalda, conseguiremos transmitirle mucha más previsibilidad y confianza que si obviamos estas estrategias comunicativas.
Pero podemos observar también, en la interacción entre dos perros, cómo a veces uno se siente incómodo y emite continuas señales reclamando espacio o menos intensidad, y cómo el otro obvia todas estas señales y no cesa en sus intentos de juego. No es consciente, hasta que el otro perro pasa a la acción y regaña con mayor o menor firmeza, de que su conducta no estaba siendo apropiada y estaba generando un conflicto. Por esta razón, me atrevo a decir que no todos los perros tienen la misma capacidad para interpretar y comprender estas señales, y que esta capacidad viene condicionada por su genética, pero también por la experiencia y el aprendizaje.
Y cuando el perro no logra mediante esta fase pacífica de la comunicación reducir la tensión o evitar la amenaza, ¿qué sucede? Que subimos un escalón comunicativo y se producen las señales de amenaza.
¡Hablamos de ellas en el siguiente artículo!